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¿Usted cree que todo el que consume heroína es un ‘junkie’? ¿O que el problema de drogas solo se resolverá cuando los ‘drogadictos’ estén ‘limpios’?

Quizás parte de todo el problema de las drogas -y de cómo no hemos logrado hacerle frente con efectividad- sea de lenguaje.

Esa es una de las conclusiones a las que ha llegado la Comisión Global de Política de Drogas, un grupo de 25 ex presidentes, primeros ministros y conocidos diplomáticos de todo el mundo (entre ellos César Gaviria) que se ha convertido en una de las voces más importantes en pedir darle un giro a la ‘guerra contra las drogas’ que lanzó Richard Nixon en 1971 y a la mirada punitiva que a la larga ha resultado más contraproducente que útil para resolverlo.

En los informes que hacen cada año, este grupo de ‘viejos sabios’ -desde Kofi Annan y el Nobel de Paz José Ramos Horta hasta los latinoamericanos Fernando Henrique Cardoso, Mario Vargas Llosa y Ricardo Lagos- han venido insistiendo en luchar menos contra los consumidores y más contra el crimen organizado, en pensar cómo pueden los gobiernos regular los mercados de drogas como la marihuana para reducir los daños o en tratar el consumo como un problema de salud pública.

Este año se dedicaron a pensar cómo el lenguaje que usamos a diario ha ayudado a que entendamos el problema de drogas como uno de personas marginales, proclives al crimen y sin remedio posible. Y cómo expresiones como «chirri» o «chirrete» han moldeado la manera cómo vemos el problema y cómo intentamos (o no) solucionarlo.

«Por mucho tiempo las drogas se han considerado sustancias que se deben evitar a todo costo y las personas que las usan han sido rechazadas por la sociedad, percibidas como antisociales, depravadas o desviadas. Los prejuicios y los miedos en torno a las drogas se expresan en un lenguaje estigmatizador, esa estigmatización lleva a discriminación social y leyes represivas, y la prohibición valida los miedos y prejuicios. Este círculo vicioso debe romperse», escribió Ruth Dreifuss, la ex presidenta de Suiza, en el prólogo.

Estas son algunas de las palabras del imaginario sobre las drogas que recomiendan que cambiemos.

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